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El micrófono del audífono recoge la voz y el sonido del ambiente y lo convierte en una señal eléctrica que se transmite al procesador del audífono. El procesador es el que se encarga de incrementar el volumen de los sonidos en función de la pérdida de audición. Una vez amplificada, el auricular convierte la señal eléctrica en una señal audible y la transmite al canal auditivo.

El nivel de pérdida auditiva y el estilo de vida de la persona con pérdida auditiva y sus necesidades auditivas son las que determinarán el tipo de audífono (formato y gama tecnológica) que deberá llevar. Respecto al formato, se clasifican en retro (se colocan detrás de la oreja) e intra (se inserta en el oído). En relación con la gama tecnológica, es importante que el audioprotesista asesore al paciente sobre las prestaciones de cada una de ellas. Así, cuanto mejor sea la tecnología del audífono, mejor será la calidad de la audición y mayor la comprensión del habla. Será en entornos ruidosos donde mejor se aprecie la diferencia de tecnología.

Lo más habitual es que la pérdida auditiva se manifieste en los dos oídos, eso quiere decir que deberíamos usar dos audífonos. Oír con ambos oídos es lo que denominamos audición binaural, que facilita que oigamos los sonidos del entorno, los distingamos en lugares ruidosos, entendamos mejor el habla y, sobre todo, que podamos determinar la ubicación de los sonidos de una manera natural. En definitiva, con dos audífonos oímos de una forma natural. Si comparamos con llevar una gafa por no ver bien, imaginemos que un ojo lo llevamos con graduación y otro no, el campo visual no es bueno. Si lo extrapolamos al oído ocurre lo mismo.

El volumen del audífono se ajusta automáticamente. Siempre se amplifican los sonidos fuertes menos que los débiles y el nivel de amplificación depende de la pérdida auditiva de la persona. Pero algunos audífonos también cuentan con un control de volumen manual en forma de una pequeña palanca que hace que subir o bajar el volumen sea totalmente intuitivo: al pulsar la palanca hacia arriba se sube el volumen, al bajarla se reduce. También se puede realizar estos ajustes con un pequeño mando a distancia.

Sí, rotundamente. Aunque la primera sensación al colocarnos unos audífonos es de tener el oído un cuerpo extraño, esta se pasa en unas horas o en unos días, algo muy similar a lo que sucede al usar gafas por primera vez o al cambiar la graduación. En el primer momento, es posible que el usuario de audífonos note que empieza a oír sonidos que tenía olvidados, y le llame la atención cómo suena el roce de la ropa, su respiración, su propia voz, etc. También habrá sonidos que ya oía y se percibirán con más riqueza e intensidad. En definitiva, se le abrirá un nuevo mundo de sonidos que gracias al asesoramiento de su audioprotesista le ayudará a rehabilitar su déficit auditivo. Se acostumbrará a esta nueva situación y estas nuevas sensaciones las normalizará.

Por supuesto. Hoy en día, gracias a la conectividad de los audífonos inalámbricos podemos oír directamente el teléfono, televisión o Tablet directamente en los audífonos. También existen unos pequeños dispositivos, denominados ayudas auditivas, que facilitan la escucha del sonido procedente de aparatos externos como el móvil.

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